miércoles, 2 de octubre de 2013

Carta número 14: Vuelta y vuelta.


  Vuelta a los estudios, al no salir para estudiar, y a la más cercana venida del inverno con cada día que pasa. Y que no falten los madrugones para volver a las clases, donde esperaba verte, pero no te vi.
  Soy la persona más vaga que conocerás en tu vida. Tengo un espacio reservado de mi odio natural, ese que está a la izquierda de mi corazón en un pequeño pero congelado y negro huequecillo, hacia el pi-pi-pi de mi despertador y al momento en el que estás tan calentito en tu cama en brazos de Morfeo y te arrancan las sábanas seguido de un: "¡a levantarse!"
  Pero adoro la lluvia cuando no me aliso el pelo, el caminar bajo la lluvia con una sonrisa, empaparte y que no te pueda importar menos el que dirán. Amo los días grises y fríos en los que arrebujarme en mis jerséis y más si en vez de ser ropa son tus brazos los que me cobijaban del despiadado frío norteño. 
  Pero no estás.
  Llevo ya dos semanas sin verte, no digo que hayan sido insoportables, no señor, no soy una de esas crías totalmente dependientes ya no de su novio, sino del chico que les gusta. Pero decir que no me he fijado en tu ausencia sería mentir como una bellaca.
  No puedo preguntar a nadie que es de ti, eres mi pequeño secreto. Como cuándo estoy triste y me zampo entre pecho y espalda bombón tras bombón; lo mismito: un efímero placer al que le sigue la llegada del tan típico "oh, ¿pero que he hecho?".
  Y a pesar de sabérmelo de carrerilla cada mirada de reojo a mi alrededor es por y para ti.

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